Los niños, los abuelos y el Coronavirus.

Ha pasado el verano volando, estamos a mediados de septiembre y ya ha comenzado el curso escolar.
¡Con qué emoción y nerviosismo viven los más pequeños de la casa la vuelta al cole!
Es momento de reencuentro con los amigos, de estrenar mochila…y de volver a madrugar para llegar puntuales.
Este año todas esas sensaciones se han visto eclipsadas por la enorme preocupación y la incertidumbre del coronavirus.
A partir de marzo nuestra vida cambió. Meses sin clases presenciales, confinados en casa e intentando no perder el curso gracias a las clases online. Enorme preocupación por la salud, los trabajos y por tantos cambios sociales.
En medio de toda esta vorágine también hay espacio para noticias esperanzadoras. Hasta la fecha el coronavirus está “respetando” a los niños y adolescentes. Parece que se contagian menos y la mayoría presentan muy pocos síntomas o incluso son totalmente asintomáticos.
El mundo científico está investigando nuevos tratamientos e impulsando el desarrollo de una vacuna eficaz y segura. Mientras llegan esas soluciones, es imprescindible la colaboración de cada ciudadano para frenar la propagación del virus. Ahí está vuestro granito de arena: lavado frecuente de manos, uso de mascarillas a partir de los 6 años y distancia social.
No hay en nuestras vidas cómplice más hermoso que el abuelo; en él tenemos a un padre, a un maestro y a un amigo.

Vuelta al cole… con el Coronavirus
En los colegios se está haciendo un esfuerzo enorme para evitar contagios. Hay protocolos muy estrictos pautados por las autoridades sanitarias de las distintas CCAA con idea de detectar precozmente y aislar a los niños contagiados. Medidas complicadas de llevar a la práctica, y exigen mucho esfuerzo.
Vamos a entrar en la temporada otoño e invierno, época en la que son muy frecuentes las infecciones respiratorias: catarros, faringitis, bronquitis y gripes.
Sabemos que el coronavirus sigue circulando en estos momentos. Sus síntomas son indistinguibles de muchas de esas infecciones producidas por otros virus y para diagnosticarlo son imprescindibles pruebas de laboratorio específicas.
Durante el primer brote de la enfermedad por coronavirus SARS CoV2 se ha visto que los mayores han sido la población más vulnerable y con mayor riesgo de desarrollar enfermedad grave o incluso de fallecer.
En estos momentos no me preocupan los niños, me preocupan sus abuelos
Los pediatras no estamos preocupados por los niños y adolescentes en relación a la Covid 19.
El problema es que pueden actuar como transmisores en su entorno familiar, con especial riesgo para sus abuelos.
Uno de los grandes retos que se plantea tras el inicio de los coles es cómo solucionar quién se queda al cuidado de los niños que no pueden ir al colegio por tener síntomas o por contacto estrecho con un paciente con Covid 19.
Hay padres que no pueden teletrabajar y mucho menos faltar al trabajo dos semanas. La posibilidad de contar con una cuidadora tampoco está al alcance de todas las familias, por lo que, una vez más, van a tener que pedir ayuda a los abuelos. Y ahí está el peligro: pueden quedar más expuestos al contacto con el coronavirus justo los más vulnerables.
Si finalmente tienen que ser ellos los encargados de llevar y traer a los niños del colegio o de quedarse en casa cuidándolos cuando estén enfermos, deberán extremar las medidas de prevención: lavado frecuente de manos, ventilación de las habitaciones y uso continúo de mascarilla dentro del propio domicilio.

Y ya para terminar, me gustaría recordar que, como no sólo nos importa el buen estado físico de los niños y adolescentes, sino también cuidar su salud mental, los adultos debemos evitar hablar del coronavirus a todas horas.
Aclararles las dudas, darles seguridad y devolverles la vida de infancia que les corresponde, estimulando juegos creativos, ejercicio al aire libre y planes familiares.